viernes, 30 de septiembre de 2011

The Legend Of Hell House (UK 1973) V.O.S.E.



Sinopsis:

La Casa Belasco es una enorme mansión construida a principios del siglo XIX por el excéntrico y depravado millonario que le ha dado el nombre. El edificio arrastra, desde la desaparición de su antiguo propietario, la terrible fama de estar encantada, hasta el punto de que varios intentos de acabar con su mala reputación han terminado de forma trágica. El nuevo propietario está decidido a volver a intentarlo y para ello contrata a un equipo formado por dos médiums y un físico especializado en campos de energía. Los tres, junto a la esposa de este último, deben pasar una semana en la casa y desentrañar el misterio.





Ficha Técnica

Director: John Hough / Productora: Academy Pictures Corporation / Guión: Richard Matheson (basado en su novela Hell House) / Fotografía: Alan Hume / Música: Derbyshire y Brian Hodson / Montaje: Geoffrey Foot / Intérpretes: Pamela Franklin, Roddy McDowall, Clive Revill, Gayle Hunnicutt, Roland Culver, Peter Bowles, Michael Gough / Nacionalidad y año: Reino Unido 1973 / Duración y datos técnicos: 95 min. Color. DVDRip. Versión original en inglés con subtítulos en archivo aparte.



Comentario
Decir que The Legend Of Hell House es una de las mejores películas de casas encantadas que he visto nunca puede sonar a una de mis típicas exageraciones a la hora de presentar un posteo. Sí... Ya sé... Soy incorregible, y este tipo de cosas sólo sirven para crear expectativas que, muchas veces, se ven defraudadas y, en consecuencia, ir reduciendo progresivamente la credibilidad de mis recomendaciones. Pero lo siento, mes amis. Soy así. Ya me vais conociendo. No lo puedo evitar.
Pues eso. The Legend Of Hell House es, ciertamente, una de las mejores películas de casas encantadas que he visto nunca. La mejor, de hecho, junto a The Haunting (Robert Wise 1963). Y lo digo con todas las consecuencias. LA MEJOR. Con todas las letras. Lejos, lejísimos de esos sucedáneos absolutamente inanes que en las últimas décadas (desde los años 90) ha perpetrado la industria a base de efectismos baratos, directores mongoloides, guiones escritos por críos de quince años (y dirigidos a chavales todavía más jóvenes, ejem), pésimas interpretaciones y los puñeteros, inevitables y omnipresentes efectos digitales que, a mí, me resultan más artificiosos que los dibujos animados de toda la vida.
Al contrario que en ésas, en The Legend Of Hell House las interpretaciones son excelentes (las de los cuatro intérpretes, porque no hay más… pero especialmente las de Roddy McDowall y la adorable Pamela Franklin, casi especializada en el género), la dirección es de una eficacia apabullante, los efectos especiales prácticamente innecesarios (pero resultones, cuando hacen acto de presencia) y el guión un prodigio de sobriedad e inteligencia, que consigue meternos el miedo en el cuerpo a partir del momento en que el grupo protagonista cruza la puerta de la mansión (si no antes) y mantenernos en tensión y con los pelos de punta durante la hora y media que dura la peli. Claro que viniendo de la mano del genial Richard Matheson, la duda casi ofende. Por cierto que Matheson no hizo sino adaptar su propia novela de casi idéntico título, publicada un par de años antes (en 1970 o 1971) y con una fidelidad casi pasmosa. El material era excelente, así que no hacía falta mucho esfuerzo (no obstante, seguro que si ahora le dedicasen un remake, serían capaces de crear la típica basura infográfica para público adolescente que se lleva en estos tiempos. No lo dudéis).
Yo vi esta peli con quince o dieciséis años, en el invierno de 1981-82, en la tele (la 2ª de TVE, el UHF que todavía se decía entonces) en un ciclo presentado por Chicho Ibáñez Serrador, titulado Mis Terrores Favoritos. Qué maravilloso programa fue aquel, coñe... Para un chaval como yo, aficionado desde temprano al terror cinematográfico y literario, era un auténtico regalo (la selección de pelis era espléndida. Al menos en esa primera temporada, que es la que yo vi). Y seguro que para cualquiera que pudiese verlo y lo recuerde habrá sido algo así como el inicio de su querencia, lo que despertó su interés en el género.
Uno habría jurado que el propio Chicho era el que seleccionaba las películas que se programaban, pero el día en que presentó ésta confesó que no la había visto nunca, y que albergaba serias dudas sobre su calidad (quizás el título le pareció demasiado tremendista). De hecho, escenificó la cosa “lavándose las manos”, literalmente… aunque en lugar de agua, utilizó sangre (o lo que por tal pasaba) en una de sus bromas de humor negro. Bueh… El caso es que a la semana siguiente, al volver a salir para presentar la peli de turno (ahora no recuerdo cuál era) volvió a mencionar la cosa y dijo que, pese a sus impresiones y comentarios referidos a La Leyenda De La Mansión Del Infierno, al haberla visto por fin (al mismo tiempo que nosotros, según él) la había encontrado verdaderamente buena, impecable, y que se retractaba de su prejuicios.
Yo no sé si don Narciso era realmente sincero o si todo formaba parte de una de sus particulares puestas en escena televisivas (en las que era un genio). Pero como fue os lo cuento. Al menos tal y como lo recuerdo (han pasado ya 30 años. Casi ná…).
Pero volviendo a la cinta, que es lo importante, me gustaría añadir algunas cosas más.
Su director, John Hough, había velado armas dirigiendo algunos episodios de la mítica serie británica Los Vengadores (cantera y pista de pruebas de algunos otros destacados realizadores y guionistas del Brit-Terror setentero, por cierto). Y, antes y después de esta peli, hizo cosas más que notables. Suyas son la interesantísima y hammeriana Twins Of Evil (Drácula Y Las Mellizas) y las producciones Disney Escape To Witch Mountain (La Montaña Embrujada) y su secuela Return To Witch Mountain (Los Pequeños Extraterrestre) que conocieron cierto éxito. En cualquier caso, no se prodigó demasiado en el género terrorífico, tocando, por así decir, varios palos. Unas veces con más acierto y otras (como en una de las secuelas de Un Hombre Llamado Caballo y algunas pelis más) con menos y alternando la pantalla grande con el medio televisivo. En cualquier caso, en The Legend Of Hell House estuvo sembrado, como suele decirse, y la película le salió absolutamente redonda, perfecta.
Curiosamente, cuando la película se estrenó alcanzó cierto éxito, hizo una respetable taquilla y tuvo un recorrido comercial normal. ¿Por qué comento esto como algo “curioso”? Pues porque en muchas ocasiones he hablado de esa especie de “crack”, de esa suerte de cesura que para el género terrorífico en general y para algunas películas concretas en particular supuso el estreno a finales de 1973 de El Exorcista. Y esta peli que ahora os presento es, precisamente, de ese año. No obstante, a diferencia de lo que les ocurrió a dos estrictas contemporáneas suyas como The Wicker Man o Messiah Of Evil (por citar dos joyas especialmente preciosas, dos auténticas películas-fetiche de este intratable sargento) a The Legend Of Hell House la cosa no le perjudicó demasiado. Ya digo, sin ser un boom de taquilla, tuvo su recorrido y su éxito.
¿Por qué unas sí y a otras no? No lo sé, la verdad... Las tres son espléndidos ejemplos de terror, obras espléndidas, redondas, auténticos clásicos del género. No obstante, y a modo de hipótesis, es posible que a favor de la cinta de Hough jugase un elemento que las otras dos no manejaban. A ver si sé explicarlo... Mientras que The Wicker Man y Messiah Of Evil son cintas difícilmente clasificables, que abordan historias de terror desde un punto de vista absolutamente original y novedoso, la historia que The Legend Of Hell House es más clara, más definida, más reconocible. Se trata de una peli de casa encantada strictu-sensu. No despista, no induce a equívocos. El eficaz tratamiento (y el excelente guión de Matheson) puede ser más o menos original, más o menos realista, pero no se permite ninguna alegría, ninguna indefinición. Da exactamente lo que promete. La gente que acudió a verla en su día al cine sabía lo que iba a ver (más o menos).
Bueh... Acabo de decir eso y tengo que matizarlo.Porque (no os riáis) lo cierto es que The Legend Of Hell House sí que hace trampas. Mejor dicho... hace una trampa, una sola. Sí, mes amis, hay un pequeño engaño ahí, un señuelo para atraer público, uno solo. Y ese señuelo, ese cebo tramposillo y mentiroso es el cartel elegido para su estreno (e, incluso, el propio título). Me explico: Observad otra vez el cartel de la peli, esa imagen tremendista de la calavera (con un globo ocular ocupando una de sus cuencas) sobre la casa maldita, mientras ésta chorrea sangre sobre una mano femenina. Todo muy tremebundo y horrible, muy espantoso, como de mucho miedo y mucha carnicería; muy poco sutil, la verdad. A cada uno os evocará una cosa, desde luego, pero seguro que, en general, todos coincidiréis en imaginar cierta truculencia visual, cierta explicitud sangrienta (no necesariamente gore). Pero nada más lejos de la realidad, mes amis. Porque la película elude radicalmente las explicitudes, las truculencias y hasta la sangre... No voy a decir que no sale ni una gota, porque alguna sí que sale (vamos... pero sólo dos o tres... Gotas, digo) y, desde luego, tampoco voy a destripar nada aclarándoos que en The Legend Of Hell House el Mal, la amenaza que anida en la casa y se cierne sobre los protagonistas, no necesita materializarse, ni adquirir forma, ni convertirse en un monstruo feo y malencarado con afición a destripar a nadie para dar muchísimo miedo. Lo mismo ocurre en esa otra inmensa película que es The Haunting (Robert Wise, 1963) y que junto a ésta forma el doblete de las, para mí, mejores cintas de casas encantadas del cine de terror moderno. Al fin y al cabo ¿Para qué diablos traicionar la historia, la atmósfera y, sobre todo, la inteligencia del público, dando forma física a algo que no la necesita para nada? A ver si aprenden de ellas los subdesarrollados mentales que dominan la industria en la actualidad y que son incapaces de hacer una película de terror fantástico sin meter, aunque sea con calzador, un monstruo o fantasma hecho con esa especie de dibujos animados sin gracia que llaman “efectos digitales”.
Y antes de terminar quiero añadir dos cosas más. La primera tiene poca relación con lo estrictamente cinematográfico; es, simplemente, otra de mis chifladuras sin importancia. Se trata del nombre del antiguo propietario de la casa, y de la casa en sí. Un tal Emerich Belasco (la mansión se conoce como Casa Belasco). Nombre castizo e hispánico donde los haya, vivediós (aunque en el listín telefónico aparece muchas más veces con V que con B, ejem). Bien... Cualquiera pensaría que el tío Emerich era de origen español o asimilable. Si bien en la peli no hacen alusión a ello en ningún momento en la novela Matheson presenta al individuo (y a su apellido) como de origen magiar. Húngaros, vaya...
Es posible que el apellido exista en Hungría y que sea una coincidencia, pura homofonía (como, por ejemplo, Bela-Vela. De hecho, hay una cineasta francesa de origen húngaro que se llama Josianne Balasko, o algo parecido). Pero como que no puedo evitar mencionar la cosa... Siempre me ha hecho gracia eso de que en algunas pelis anglosajonas asignen a apellidos claramente españoles (ahora mismo recuerdo Manero, Balboa o Vega, todos procedentes de pelis muuuuy famosas) un origen muy distinto del que les corresponde (italiano en esos tres casos. Pero hay más ejemplos). Quizás en este caso no se trata de eso, sino, ya lo he dicho, de una simple cuestión de homofonía. Pero bueh... no puedo evitar nombrarlo.
La segunda es un detalle con su punto mitómano. Como ya os he dicho, en esta película apenas salen cuatro actores, los componentes del equipo investigador en la mansión encantada (Roddy McDowall, Pamela Franklin, Clive Revill y Gayle Hunnicutt). Aparte de ellos también aparecen un par de personajes, al principio (el actual propietario de la casa, que les encarga el trabajo, encarnado por Roland Culver, y una especie de guardés al que da vida Peter Bowles) aunque éstos salen sólo un minuto o dos. Bueh... Pues además de esos seis, también hace una brevísima (y curiosa) aparición el entrañable Michael Gough, todo un icono del viejo Brit-Terror clásico, con su aspecto de gentleman impecable, tan apropiado para protagonizar una novela de Wodehouse como para encarnar una especie de réplica británica a Vincent Price. Esas cosas (lo de la aparición de Mr Gough, digo) siempre son detalles de agradecer, coñe.
Y nada más, maeses. Por esta vez ya está bien de rollo.
Sólo insistir en lo que les dije al principio. Para mí (y junto a The Haunting) ésta es la mejor película de casas encantadas que he visto nunca. En serio.
Que voacés disfruten de la peli tanto como lo he hecho yo





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jueves, 29 de septiembre de 2011

Captain Kronos, Vampire Hunter (UK 1972) [Hammer] V.O.S.E.





sinopsis:
El lugar: una comarca centroeuropea germanófona (o eso parece). El tiempo: algún momento indeterminado de la segunda mitad del siglo XVIII. Una serie de extrañas muertes en las que las víctimas aparecen sin una gota de sangre y con un aspecto horriblemente envejecido (a pesar de ser jóvenes) hace que el doctor Marcus, médico local, requiera la presencia de su antiguo conmilitón Kronos, y su ayudante, el jorobado profesor Grost.
El capitán Kronos (ducho en el arte de la esgrima y veterano del Ejército Imperial) y el profesor Grost no son médicos, ni detectives, ni policías... Son una especie de equivalente (en su época) a las actuales empresas de desratización y desinfección.
Son cazadores de vampiros...




Ficha Técnica

Director: Brian Clemens / Productora: Hammer Films. / Guión: Brian Clemens / Fotografía: Ian Wilson / Música: Laurie Johnson / Montaje: James Needs / Intérpretes: Horst Janson, John Cater, Caroline Munro, John Carson, Wanda Ventham, Shane Briant, Lois Dane, Ian Hendry, William Hobs, Brian Tully, Robert James, Perry Soblosky, Paul Greenwood, Lisa Collins, Susana East, John Hollis, Elisabeth Dear / Nacionalidad y año: Reino Unido 1972 / Duración y datos técnicos: 91 min. Color DVDRip. Versión original en inglés con subtítulos en español en archivo aparte.


Comentario
A principios de los 70’s el género terrorífico estaba cambiando a toda velocidad. La vieja escuela británica, con sus resabios góticos y su estética clasicista y elegantona se hacía a un lado para dejar paso a una nueva tendencia, mucho más explícita y truculenta. Había que buscar nuevos lenguajes, nuevos recursos, nuevas ideas para seguir provocando esa misma sensación de “agradable y reconfortante” escalofrío en las jóvenes generaciones de espectadores, muy diferentes de sus hermanos mayores en cuanto a gustos y exigencias. Para lograrlo, las películas de terror cada vez recurrían más al tremendismo visual (pre-gore) y, tangencialmente, a un erotismo menos elusivo, más explícito (dentro de un orden). Los argumentos abandonaban los motivos sobrenaturales y “de época” para ofrecer ambientaciones contemporáneas y horrores más realistas, mientras la carga erótica (que siempre había estado ahí, ojo... aunque de forma más elusiva) se dejaba de sutilezas y empezaba a recurrir al menudeo de desnudos femeninos (benditos sean, por lo demas, ejem).
Efectivamente, los protagonistas de las cintas de terror de principios de los 70’s ya no son criaturas fantásticas como vampiros, o fantasmas... Son monstruos humanos, de carne y hueso, asesinos psicópatas, familias disfuncionales y enloquecidas, sádicos amorales, gente con problemas psicológicos. En realidad, el cambio de rumbo comienza a detectarse a finales de los 60’s. Cosas como Horror House, Twisted Nerve o Corruption, aunque todavía se mueven “entre dos aguas”, prefiguran lo que va a venir. Pero ya en fecha tan temprana como 1970 se estrena la humilde (no por ello menos notable y eficaz) 10 Rillington Place (El Estrangulador De Rillington Place) en la que, pese a la ausencia de casquería y similares (no hay un gota de sangre en toda la película) ya está codificada buena parte del nuevo lenguaje. La estética feísta y sórdida, la atmósfera fría (esa especie de indiferencia moral), la aparente ausencia de emotividad.
La Hammer, que había conocido su época gloriosa entre 1958 y 1968, empezaba a estas alturas a mostrar ciertos síntomas de crisis (lo que no le impidió firmar, entre 1970 y 1971, auténticas obras maestras como Vampire Lovers, Dr Jeckill & Mrs Hyde o Blood On Mummy’s Tomb). Pero no de agotamiento... porque entre 1970 y su último vagido cinematográfico de 1976 demostró, al menos, una capacidad de esfuerzo, imaginación y riesgo que hace buenos hasta sus errores.
Así, fue capaz de darle una vuelta fabulosa al mito del Dr. Jeckill con la aparición de una (estupenda) señora Hyde. De recuperar la Carmilla de Le Fanu potenciando la cosa erótico-festiva-lésbica en su famosa trilogía Karnstein (de las tres películas, The Vampire Lovers es una absoluta maravilla se mire como se mire. Twins Of Evil aguanta perfectamente el tipo. Sólo Lust For A Vampire baja el listón). De enfocar los horrores del antiguo Egipto bajo el prisma de Stocker y del revival pagano, sin necesidad de recurrir a momias propiamente dichas con la espléndida Blood On The Mummy’s Tomb. De inventarse el Circo de los Vampiros (a medio camino entre Bradbury, los Rolling Stones de la época y los geeks del siglo XIX). De fundir los recursos y estéticas del gótico de toda la vida con el terror psicológico moderno en películas tan satisfactorias como Los Demonios De La Mente. De abordar el tema de Jack El Destripador desde un novedoso punto de vista (similar al apuntado para el Dr Jeckyll). De explicarnos, con detallado realismo británico y espíritu de película histórica, el curioso proceso por el cual se forman las leyendas (La Condesa Drácula). Joder.... ¡¡Hasta llegó a mezclar (gloria eterna le sea debida) los vampiros con las películas de chinos!! (Cuando en el cine de mi pueblo “estrenaron” Kung Fu Contra Los Siete Vampiros De Oro, en 1975, los críos de nueve años supimos que Dios existía y había escuchado, por fin, nuestras plegarias).
La Hammer le echó arrestos y, sobre todo, inventiva... buscando con todas sus fuerzas una salida novedosa que, al final, no la salvó de la crisis y de la muerte por agotamiento. Pero es esa misma búsqueda, ese afán lo que, en realidad, le honra. Y hace doblemente disfrutables las películas que la productora alumbró entre 1971 y 1976.
Captain Kronos Vampire Hunter es un ejemplo perfecto de todo lo que acaba de señalar. En este caso concreto, lo que se intentó hacer fue un atrevido crossover entre el género de Aventuras y Espadachines y el de Terror propiamente dicho.
No es una idea absolutamente original. Ya en los años 30 el escritor americano Robert E. Howard (el creador de Conan) imaginó al puritano y correoso Solomon Kane; una mezcla de Roundhead inglés y Veterano de la guerra de los Treinta Años que, en pleno siglo XVII, se dedica a exterminar monstruos, vampiros y abominaciones varias a golpe de espada y pistolón de yesca. Es evidente que al imaginar la figura del cazavampiros dieciochesco, Brian Clemens (director y guionista de la peli) tenía en mente los relatos de Howard sobre el puritano inglés. Pero eso no quita mérito a la peli ni a la figura del capitán Kronos, que evoca, además de al susodicho, al cowboy hierático y justiciero de los mejores spaghetti-westerns.
En efecto, otra de las influencias destacables de la película proviene, precisamente de ese subgénero italo-americano tan en boga a finales de los 60’s y principios de los 70’s (en serio… sólo hay que ver la peli para darse cuenta). Y no faltan tampoco elementos directamente sacados del cómic de aventuras fantásticas. De hecho, en uno de esos feed-backs que se dan en tantos campos, el propio Kronos llegó a protagonizar alguna aventura gráfica cuando la Hammer, ya a finales de su historia (y de la década) intentó jugar (con escaso éxito) en el campo de los tebeos.
El resultado es una película más correcta y eficaz de lo que a priori podría pensarse. Tremendamente simpática, para nada ridícula ni pretenciosa, y condenadamente entretenida. Hecha para ser disfrutada sin prejuicios (con cierta predisposición de nuestra parte, cierto… Pero de verdad que no cuesta ningún esfuerzo olvidarse de ellos), lo que no deja de ser inevitable en el 99% del género fantástico y de ciencia-ficción. Incluso tiene sus toques de humor (negrísimo, por cierto)… Y si no, echadle un vistazo a la chocante escena en que deben dar muerte al primer vampiro que atrapan, sometiéndolo a diferentes pruebas para saber cuál es el método apropiado para los de su especie, jejejeje.
Se nota la mano de Brian Clemens, experto y eficaz guionista con experiencia tanto televisiva (en la fabulosa serie Los Vengadores, por ejemplo) como cinematográfica. En efecto, suyos son los guiones de la magistral And Soon The Darkness (ya posteada aquí), la maravillosa The Golden Voyage Of Simbad o la notabilísima Dr Jeckyll & Sister Hyde. Como director firmó, además de la que ahora os presento, una película tan estimable como Blind Terror (Terror Ciego). Después volvió al medio televisivo en el que ha seguido hasta la actualidad.
Y, además, la cinta tiene otro punto a su favor que no puede ser pasado por alto: la presencia de la hermosísima y desarmante Caroline Munro, una de las actrices más condenadamente hermosas y mordisqueables de los años 70’s, vivediós.
Pero, por el contrario, también es cierto que no es precisamente la mejor película de la Hammer. Ni siquiera de las más redondas que produjo en esa época de decadencia. Uno de sus principales defectos, si no el mayor, está en las limitaciones interpretativas del protagonista. Horts Janson no es que sea hierático; es que parece un trozo de madera. He visto panes de pueblo con mayor capacidad expresiva que la cara de ese hombre; y el zumbido que hace un ventilador tiene más sentimiento que la dicción de este tío. Mandagüevos. Una cosa es la frialdad y el hieratismo de un Clint Eastwood en los spaghetti-westerns de Sergio Leone y otra la incapacidad de este hombre para hacernos creer que es un ser humano y no un buzón de correos.
También se resiente la peli de cierto ajuste presupuestario mayor del acostumbrado (la Hammer debía de estar apretándose el cinturón... al menos desde 1971), aunque en esto la productora tenía ya mucha experiencia y, como era habitual en ella, apenas se nota.
En cualquier caso, y pese a todas sus virtudes, su simpatía y su audacia, lo del crossover entre espadachines y vampiros fue un intento fallido (y eso que el final se pensó para dejar abierta la posibilidad de sucesivas continuaciones.De hecho, la Hammer llegó a manejar la posibilidad de crear algo parecido a una saga con el capitán Kronos como protagonista, lo que hubiese remarcado todavía más el parentesco antes aludido con el howardiano Solomon Kane y con el mundo del comic). Un camino truncado que no tuvo continuidad (Hay una expresión inglesa para eso... En Historia, digo. Sirve para referirse a una especie de experimentos sociales, económicos o culturales que, a pesar de haber tenido continuidad durante varios siglos y muchas generaciones, al final no han fructificado. No han dejado otra huella que la arqueológica... Por ejemplo, la domesticación de algunos animales –como la hiena-, o colonizaciones como la de Groenlandia por los noruegos entre los siglos XI y XIV. Algo así como Vía Muerta o Calle Sin Salida... Aunque me mataran ahora mismo no podría recordar la expresión... pero ése es el sentido).
Un camino truncado que no tuvo continuidad, digo.

O sí...
Porque películas relativamente recientes, de hace unos pocos años, como Van Helsing (abominable, por lo demás) o Solomon Kane recuperan totalmente esos planteamientos (espadas y sombreros de ala ancha contra chupasangres, vaya... Y duelos de esgrima si es posible...).
Y cosas como Blade o Underworld (por citar pseudo-sagas recientes, igual de abyectas y aberrantes que lsa anteriormente citadas) juegan con todo ese rollo de la “mística guerrera y combatiente” que ya está prefigurada claramente aquí...
Pues eso.

Que voacés disfruten de la peli como lo he hecho yo. Porque de eso se trata, mes amis. De disfrutarla.


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lunes, 26 de septiembre de 2011

Let's Scare Jessica To Death (USA 1971) V.O.S.E.




sinopsis:
Jessica es una mujer que, tras la muerte de su padre, ha sufrido una crisis mental tan grave como para tener que ser ingresada en un sanatorio psiquiátrico. Una vez recuperada y con sus miedos superados, decide, junto a su marido Duncan, abandonar Nueva York e iniciar una nueva vida en una granja de Nueva Inglaterra. Acompañados por su amigo Woody, se establecen en su nuevo hogar, un viejo caserón de madera construido en el siglo XIX, al que la gente de los alrededores conoce como Casa Bishop. Al llegar se encuentran con una joven “okupa”, una pelirroja llamada Emily, que se había establecido en el lugar pensando que la granja no tenía dueño y con la que congenian hasta el punto de permitir que siga vivienda con ellos, al menos durante un tiempo.
Los problemas empiezan cuando Jessica se da cuenta de que no está tan recuperada como creía. O, al menos, eso es lo que parece…


Ficha Técnica
Director: John D. Hancock / Productora: Paramount Pictures / Guión: John D. Hancock y Lee Calcheim / Fotografía:Robert M Baldwin / Música: Orville Stoeber / Montaje: Murray Solomon / Intérpretes: Zohra Lambert, Barton Heyman, Kevin O’Connor, Mariclare Costello, Alan Manson, Gretchen Corbett / Nacionalidad y año: Estados Unidos 1971 / Duración y datos técnicos: 90 min. Color. DVDRip. Versión original en inglés con subtítulos en castellano.



Comentario
Todos habréis oído hablar del Gótico como género literario y cinematográfico (sí, ya sé que, además de eso, y sobre todo, es un estilo artístico desarrollado durante la Baja Edad Media y principios de la Moderna, ejem. Pero yo creo que nos entendemos, mes amis). Al respecto hay diferentes opiniones y (sobre todo últimamente) cada vez más indigencia y laxitud en la caracterización. Yo mismo, sin ir más lejos, he visto cómo se catalogaban de “góticas” cosas que no tenían nada que ver con el adjetivo. Desde las novelas de Stephen King hasta las sagas vampíricas de moda destinadas al público adolescente. Quien así hace está confundiendo el todo con la parte. Si bien es cierto (a grandes rasgos) que lo Gótico pertenece al género terrorífico, no todo lo terrorífico es gótico. No son términos sinónimos. Ni mucho menos.
No es cuestión de entrar ahora en definiciones, sobre todo porque aquí cada uno tiene su opinión, y la mía es igual de discutible que cualquier otra, pero conviene aclarar las cosas. Algún día habrá que abordar el tema y debatirlo en condiciones (civilizadamente, quiero decir, jejeje) pero vayan por delante unos ejemplos para dar una idea de lo que (yo creo) es el Gótico y deslindarlo de lo que no lo es.
El Drácula de Bram Stoker (la novela) no es gótico (mal que les pese a los que lo repiten, incansablemente, una y otra vez). El Drácula de Terence Fisher (la peli de la Hammer de 1958) sí es Gótico.
Melmoth El Errabundo, la novela de Maturin de 1840, es Gótico (quintaesencial, además). El Conde Magnus, de M.R. James no es gótico (a pesar de ser uno de los mejores relatos de terror de todos los tiempos).
La Maschera Del Demonio (la película de Mario Bava de 1960) es Gótico (pluscuamperfecto). El Viy (la cinta soviética de 1967), que se inspira en el mismo relato y con mayor fidelidad, no es gótico. Como no lo es el cuento original de Gogol al que las dos toman como base.
En literatura son góticos autores como el mencionado Maturin, Walpole, M.R. Lewis, Mary Shelley (aunque yo, su Frankenstein, no lo veo gótico... Cosas mías), Anne Radcliffe, etc. Parte de la producción de Poe podría considerarse gótica también (aunque otra, la mayor y más famosa, no tiene absolutamente nada que ver). Y lo mismo ocurre con gente como Hoffman, Dumas y otros.
Pero los autores de la segunda mitad del siglo XIX como Dickens, Le Fanu, Benson, Maupassant, M.R. James etc, no son góticos (con independencia de que, a veces, contengan elementos que si podrían guardar relación con el goticismo. Sobre todo Le Fanu). Y ya no digamos lo alejada que está de ese estilo gente como Ambrose Bierce, Arthur Machen, Algernoon Blackwood, Robert E Chambers... Por no hablar de Lovecraft (al que en algún sitio he visto citar, ya en el colmo del disparate, como gran gurú del género gótico. Lo dicho... Hay quien confunde el culo con las témporas).
Pues establecido esto (y os aseguro que sobre el tema escribiría un tocho insoportable. Soy un pelma) quiero hablar de un término que, aunque parezca guardar relación con lo anteriormente expuesto, en realidad no tiene nada que ver. Se trata de lo que se ha venido denominando AMERICAN GOTHIC.
La idea es, en sí misma, una contradicción. Estados Unidos no es un país con tradición gótica (ni literaria, ni arquitectónica, of course). América es un continente joven al que la civilización occidental llegó en pleno Renacimiento. Incluso cuando el género literario (la novela de terror) nació y tuvo su auge, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, los yanquis se mantuvieron algo apartados (con matices… Wieland O La Transformación es una obra seminal, pionera del género terrorífico en muchísimos aspectos). Poe, ya digo, tiene su puntico gotizante en algunos relatos, pero no puede considerarse un autor gótico. Lo mismo (pero corregido y aumentado) le pasa a Hawthorne. Washington Irving es el que, en cierto modo, más se acerca al modelo europeo... pero tampoco es un prototipo.
Curiosamente, en el cine suele achacarse a los norteamericanos la fijación del canon gótico con las producciones de la Universal, aunque yo albergo ciertas dudas... No tengo claro que el Dracula de Lugosi fuese una peli gótica strictu-sensu (aunque sí los Frankensteins de Whale), ni, desde luego, los diferentes hombres-lobo de los 40’s. La RKO sólo tocó el subgénero (desde mi discutible e indigente punto de vista) en Bedlam. Y poco más.
Las películas del ciclo Poe-Corman-Price (y algunas otras, desde The Undead hasta Twice Told Tales, por nombrar apenas dos) son finísimos ejemplos de Gótico cinematográfico, eso sí. Pero ojo: que sean películas góticas americanas no quiere decir que pertenezcan al American Gothic; en absoluto. De hecho no tienen nada que ver con él. Sí, ya sé que la cosa suena confusa, pero os lo puedo explicar. El American Gothic y el Gótico (literario, cinematográfico) son, más allá de la homofonía, dos cosas completamente diferentes, sin apenas punto de contacto (más allá de tratarse de subgéneros del terror)
En realidad el término American Gothic proviene de un cuadro pintado en 1932 por Grant Wood que todos conoceréis (incluso los que penséis que no) porque, de alguna forma, es algo así como un icono del siglo XX. Ya sabéis... Ése en el que aparece una pareja de granjeros mirando hieráticos al frente, plantados delante de su granja de madera (en la que se advierte, en el piso superior, una ventana de estilo neogótico victoriano... Quizás de ahí el título que Wood le dio a su obra. No sé.). Un cuadro a la vez costumbrista e inquietante. Naif y complejo al mismo tiempo.
¿En qué consiste en realidad el American Gothic cinematográfico? No lo tengo claro del todo. Hay quien usa el término simplemente como una acotación cronológica, designando con él a las películas norteamericanas de terror realizadas entre 1968 y 1980. Yo, humildemente, me apunto a otra acepción (no soy original, que conste...). Para mí el American Gothic sería un subgénero con ciertos elementos comunes más o menos claros. Películas yanquis realizadas, sí, entre finales de los 60’s y finales de los 70’s, ambientadas siempre en el medio rural, preferentemente en ese medio-Oeste arquetípico que en cierta imaginería es el corazón espiritual de los Estados Unidos. Un medio-Oeste conservador y religioso, de comunidades pequeñas y cerradas, granjas apacibles, tartas de arándanos puestas a enfriar en la ventana y atardeceres dorado de verano. Pero que, tras esa imagen de postal costumbrista, esconde secretos inconfesables y horribles. Una especie de contrafigura siniestra de los cuadros de Edward Hopper. Como si la depresión de los años 30 no hubiese terminado nunca y se hubiera enquistado en el alma de la gente creando algo negro y terrible. Como si detrás de ese escenario de granjas de madera, campos interminables de maíz o de trigo y vías de ferrocarril hubiese algo espantoso, sucio, inconcebible. Como si esos graneros pintados de rojo con entramado blanco que tan reconocibles nos resultan escondiesen monstruos informes, asesinos degenerados y salas de tortura chorreantes de sangre.
Por otra parte, he de decir que yo acepto la expresión American Gothic como término para definir ese subgénero. Que me gusta incluso, pero siempre reconociendo que no tiene absolutamente nada que ver con el gótico literario ni cinematográfico del que antes he hablado. Lo de American Gothic no deja de ser una convención, una especie de licencia poética, un nombre elegido para etiquetar un tipo de cine que no guarda ninguna relación con lo que siempre se ha entendido por gótico pero que resulta evocador y hasta epatante. No obstante, precisamente porque al manejarlo sabemos de qué estamos hablando y somos conscientes de la distancia y las diferencias (de la absoluta alienidad, más bien) me parece un término válido e incluso sugestivo.
Bueh... pues una vez largado semejante tocho, toca decir que Let’s Scare Jessica To Death, la peli que ahora os presento, es una de las obras seminales (casi casi inaugurales) de ese subgénero, ese American Gothic que os acabo de presentar.
Realizada en 1971 por John Hancock (un director que volvió a tocar el tema fantástico en algunas producciones para TV pero que ni fue demasiado prolífico ni ha vuelto ha firmar nada de especial relevancia) y protagonizada por actores que también desarrollaron casi toda su carrera en el medio televisivo, la película ha ido adquiriendo un status de culto casi desde el principio (por cierto, que en España o algún país latinoamericano se estrenó como La Maldición De Los Bishop. Pero nunca he visto un audio en castellano por ningún lado).
Ni la historia es excesivamente original, ni el lenguaje utilizado resulta revolucionario, ni, en su momento, supuso ningún punto de ruptura con nada. Pero, no obstante, Let’s Scare Jessica To Death es, con todos los honores, uno de los momentos culminantes (e inaugurales) del American Gothic. Con una vocación perfectamente clásica, con escaso presupuesto (como pasa casi siempre) y con una sobriedad y contención narrativa admirables, la peli es absolutamente eficaz. Inquietante, elusiva, desazonadora (Sí... Ya sé que siempre empleo los mismos adjetivos... Pero es que son los que van a este tipo de películas, mes amis), no necesita truculencias ni golpes de efecto para conseguir su objetivo: meternos miedo.
Aquí no hay sótanos oscuros, ni pasillos interminables, ni casas siniestras, ni paisajes desolados, ni demás lugares comunes. Los cementerios que aparecen al principio de la película no tienen ningún carácter ominoso (se nos muestran a plena luz del día... Son casi parques por los que pasear). La vieja granja de los Bishop es simplemente eso: una vieja granja de madera en medio de un paisaje singularmente hermoso, junto a un río y un lago, rodeada de bosques. La comunidad donde Jessica y su marido se establecen parece, a primera vista, un pueblecito apacible y acogedor en el que nunca pasa nada.
Pero esto es American Gothic, mes amis. Todos esos elementos son parte integrante y necesaria del subgénero. Y ahí entra en juego lo que antes os he explicado. Detrás de toda esa apariencia reconocible y tranquilizadora se esconde algo oscuro y jodido; algo horrible y amenazador. Nuestro viejo conocido El Mal (así, con mayúsculas, para que dé más miedo). En este caso se trata de un elemento claramente sobrenatural, una mezcla de fantasma clásico y vampiro... Aunque en otros ejemplos (otras películas) el Mal puede encarnarse en horrores perfectamente humanos. Lo importante es que esté ahí, oculto, escondido tras el paisaje, esperando su oportunidad para entrar en acción.
Y así ocurre en Let’s Scare Jessica To Death. Poco a poco, de forma casi imperceptible, todo lo que en un principio era normal y apacible va quitándose la máscara y ofreciendo un rostro siniestro, maligno. La granja se llena de sombras y viejos fantasmas. El paisaje deja de ser apacible y bucólico y pasa a ser amenazante. El pequeño villorrio se convierte en un sitio hostil y peligroso. Incluso el lago y los bosques, a plena luz del día, parecen esconder horrores inimaginables.
Y Emily, claro, deja de ser esa jipi simpática y pelirroja que canta canciones de amor y siempre está sonriendo para parecerse, cada vez más, a la chica de un viejo retrato decimonónico en tonos sepia...
Aunque, y eso es uno de los puntos característicos de esta película, en el fondo nunca sabremos si todo lo que ha ocurrido (lo que está pasando delante de nuestros ojos) es real o una pesadilla de la mente trastornada de Jessica. Porque, no lo olvidemos, la pobre moza acaba de salir de una crisis psiquiátrica muy grave en la que incluso ha llegado a estar internada en un centro especial...
El ripeo procede de un DVD americano. Los subs los he traducido yo mismo porque, aunque circulaban por Internet algunas traducciones, no terminaban de gustarme del todo (manías de viejo). En realidad ésa ha sido la principal razón para colgarla.
Como siempre he cortado la peli en varios archivos con el File Splitter & Joiner. Los subs van aparte.
Y nada más, mes amis. Que voacés disfruten de la peli.



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The Asphyx (UK 1972) V.O.S.E.




Sinopsis:
Sir Hugo Cunningham es un científico prestigioso que vive en la Inglaterra victoriana. Viudo, padre de dos hijos y tutor de un joven adoptado, está a punto de casarse de nuevo. Aparte de eso, está llevando a cabo una curiosa investigación que puede tener trascendentales consecuencias.Mediante un sistema de su invención (que él denomina “imágenes en movimiento”) y que combina la fotografía y una especie de antecedente del cinematógrafo, ha registrado un extraño fenómeno: Al filmar o fotografiar a personas agonizantes, justo en el momento antes de morir, las placas reveladas muestran, junto a los enfermos, la presencia de una entidad etérea, indefinida, que él identifica con el Asphyx, el espíritu de la muerte.
Su vida, que hasta ese momento era dichosa y ordenada, sufre un giro trágico. Y la obsesión por controlar y dominar al Asphyx se hace enfermiza…


Ficha Técnica
Director: Peter Newbrool / Productora: Glendale Films. / Guión: Christina Beers, Lawrence Beers y Brian Comport / Fotografía: Freddie Young / Música: Bill McGuffie / Montaje: Maxine Julius / Intérpretes: Robert Stephens, Robert Powell, Jane Lapotaire, Alex Scott, Ralph Arliss, Fiona Walker, Terry Scully, John Lawrence, David Grey, Tony Caunter / Nacionalidad y año: Reino Unido 1972/ Duración y datos técnicos: 100 min. Color. Versión original en inglés con subtítulos en castellano.


Comentario

Sitúense vuesas mercedes en 1972. El terror británico, que hasta la fecha había sido totalmente hegemónico, había empezado a ceder el testigo a una nueva forma de hacer que era la americana. Estados Unidos había reaccionado (ya a finales de los 60’s empezó a hacerlo, en realidad) y era cuestión de tiempo que recuperase su preeminencia. En Europa el Gótico italiano era sólo un recuerdo, el Giallo estaba en pleno apogeo (aunque llevaba dentro de sí la célula cancerosa que iba a terminar provocando su muerte... Desde mi discutible e indigente punto de vista el Giallo era un subgénero con menos recorrido vital y artístico –así, a priori- que sus predecesores y contemporáneos... Otra cosa es que, por unas razones u otras, alargara su ciclo más de lo que su propia naturaleza hubiese hecho pensar), el Fantaterror español dominaba la escena eurotrash (aunque no todo eran obras menores, que conste) y, lo que es más importante, se había producido un evidente recambio generacional en el público. Los jóvenes consumidores de cine de terror de principios de los 70’s eran diferentes de sus hermanos mayores. Demandaban otras cosas, otras explicitudes, otras truculencias, otros escenarios y argumentos.
El estreno, en 1973, de El Exorcista acabó definitivamente con la primacía británica (y, por extensión, con la europea). Al mismo tiempo que la moda satánico-exorcista se adueñaba de las pantallas, la avalancha de splatters, slashers y demás cintas con toque gore terminó de condicionar los 70’s y fue recibida como agua de mayo por esas nuevas generaciones de espectadores a las que antes he aludido, ávidas de realismo sanguinolento y de ambientaciones rigurosamente contemporáneas.
Bueh... pues rodada precisamente en ese año, The Asphyx es, curiosamente, un ejemplo pluscuamperfecto de Brit-Terror al viejo estilo. Tanto que podría estar fechada, tranquilamente, seis o siete años antes sin ningún problema (bueh... tal vez hubiesen llamado un poco la atención los peinados de los protagonistas. Nada más). En eso recuerda muchísimo a aquellos intentos de la Tyburn tan estimables y encantadores (The Night Of The Ghoul o The Legend Of The Werewolf) , destellos tardíos del viejo hacer a cargo de la Tigon (The Creeping Flesh) o a algunas de las últimas propuestas de la propia Hammer.
Todo en The Asphyx evoca la época dorada del Brit Terror. La ambientación (excelente, como no podía ser menos) en plena era victoriana, la inclusión de elementos sobrenaturales, la desbordante imaginación, el cuidado de la fotografía, la música, la total ausencia de tremendismos visuales (en toda la película no aparece una sola gota de sangre... Ni falta que hace...), la suavidad en las formas y los lenguajes, la absoluta elegancia que la caracteriza. La dirección e interpretación son excelentes (o a mí me lo parecen) y el guión impecable. Es, en definitiva, una pequeña joya del terror británico que no desmerece en absoluto la vieja tradición y que resiste cualquier comparación con sus (por así decir) hermanas mayores.
La historia es muy original y el tratamiento que recibe de una eficacia admirable. La película engancha desde el principio, sin detenerse en morosidades ni recurrir a golpes de efecto o a giros inesperados. Todo discurre suave y ligero, como debe ser, contando una historia a medio camino entre el terror y esa ciencia-ficción de ambientación victoriana que ahora se ha dado en llamar steam-punk, pero que entronca directamente con la fantasía de algunos de los relatos de Julio Verne o de otros autores de la época bastante menos conocidos.
Por cierto, que el tal “Asphyx” o Asfyx del título, al que se nos presenta como una especie de genio o numen de la mitología griega (a medio camino entre una personificación del alma, la representación medieval de la Muerte -aunque sin guadaña- y un psicopompo algo extravagante), es absolutamente desconocido para mí. Jamás había oído hablar de él. No soy una autoridad en la materia (ni en ésa ni en ninguna, la verdad…) pero me da a mí que los guionistas de la película inventaron esa figura de la nada, que no hay ninguna antigüedad griega detrás, vaya... En cualquier caso, tanto da. El bichejo cumple con creces su cometido y la historia, como ya he dicho, es enormemente entretenida y eficaz.
La película conoció edición en España, en DVD, hace un par de años. Tengo por costumbre no colgar nunca ripeos de cintas editadas aquí, pero en este caso creo que el posteo está totalmente justificado, ya que ésta es una versión diferente de la que se publicó en nuestro país. Se trata, efectivamente, de una edición británica muy cuidadosa (de Odeon, en dos DVD’s) en la que se incluía el montaje original británico y el que se hizo para su estreno en USA. El que ahora os traigo es el de la versión íntegra, con un metraje más largo (unos diez minutos más). Además, la calidad de imagen es también muy superior a la de la edición española. Por supuesto, va en inglés original. Los subs los he hecho yo mismo.
Y nada más, mes amis. Por esta vez voy a ser breve (es un decir, ejem). Insistir en que se trata de una película tremendamente disfrutable, una auténtica joyica de la vieja escuela, de ésas que te hacen añorar (al menos a mí) las antiguas formas de hacer cine de terror, la elegancia, el buen gusto, el maravilloso respeto por el público que, desgraciadamente, escasea cada vez más en el género.
Que voacés la disfruten tanto como lo he hecho yo.



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