sinopsis
Un niño sueña con que es amigo de Minya, el hijo de Godzilla. Este monstruo está exiliado en una isla donde varias gigantescas criaturas luchan por la supervivencia. La mayor amenaza es un ser llamado Gabera, que podría vencer al mismísimo Godzilla.
Ficha Técnica
Director: Ishiro Honda / Productor: Tomoyuki Tanaka / Guión: Sinichi Sekizawa / Fotografía: Sokei Tomioka / Montaje: Masahisa Himi / Música: Kunio Miyauc / Efectos especiales: Eiji Tsuburaya, Ishirô Honda / Intérpretes: Tomonori Yazaki (Ichiro Miki), Eisei Amamoto ( Shinpei Inami), Sachio Sakai (Ladrón de bancos Senbayashi), Kazuo Suzuki (Ladrón de bancos Okuda), Kenji Sahara (Kenkichi 'Tack' Miki, padre de Ichiro), Machiko Naka, madre de Ichiro), Yoshifumi Tajima(Detective), Haruo Nakajima (Gojira), 'Little Man' Machan (Minira), ... / Nacionalidad y año: Japón 1969 / Duración y datos técnicos: 92 min. Color. 2.35 : 1 (V.O.S.E.)
Comentario
La isla de los monstruos era un proyecto muy personal del director Ishiro Honda y ya hacía tiempo que deseaba llevarlo a cabo. Honda quería encarnar en un film a los monstruos de la saga Godzillera como algo irreal y casi inexistente, un sueño infantil y desenfadado. Tras convencer a los directivos de la Toho, y guiados por el espíritu aniñado de las producciones de Gamera, la empresa comenzó los preparativos para el nuevo film del gran Godzilla. Pero dos graves problemas se interpusieron en los planes de Honda: el ajustadísimo presupuesto asignado por Toho y la enfermedad del director de efectos visuales Eiji Tsuburaya. El primer problema se arregló con la extensiva utilización de metraje de archivo, pero el segundo era mucho más difícil de solventar. Honda sabía que el espíritu de la saga era el propio Tsuburaya, y un film de Godzilla sin él no sería lo mismo. Poco después de comenzar el rodaje, Tsuburaya fue hospitalizado y su intervención en el film había sido muy limitada, lo que llevó a Toho a encargar al propio Honda la creación de los efectos y a utilizar todavía más metraje de archivo del que se había planeado en un principio. Así, el rodaje fue rápido y barato, con muy pocas secuencias con los monstruos e intervinieron muy pocos actores, dando un aspecto todavía más pobre a una película ya de por sí casi inpresentable. El metraje de archivo llenó los huecos necesarios, y “La isla de los monstruos” se terminó a tiempo. Poco después Tsuburaya falleció, llevándose consigo el alma de la serie para siempre, algo que afectó muchísimo a Honda y le hizo perder instantáneamente el interés por la saga, y nunca volvería a dirigir una “kaiju eiga” hasta 15 años más tarde, en un desesperado intento de devolver a la serie a sus años dorados. Si estoy tan melancólico en mi comentario es porque considero a esta película como el último film de monstruos japoneses rodado al estilo clásico, despidiendo toda una época de la cinematografía oriental, una era ya desaparecida llena de colorido y esplendor. Bueno, volvamos a “La isla de los monstruos”. Había oído todo tipo de críticas sobre esta película, siempre tachada como la peor producción de toda la saga, y realmente tenían razón. Creo que no me equivoco cuando digo que “Galien, el monstruo de las galaxias ataca la Tierra” o “Gorgo y Supermán se citan en Tokio” son superiores, quizá no en lo referente a aspectos artísticos, pero sí en todo lo demás. El film se resiente de un desarrollo tremendamente aburrido, un guión muy pobre (en el que ningún personaje resulta interesante para el espectador) y unas interpretaciones muy corrientes. Además, los efectos visuales son extremadamente limitados, y el sobre-uso del metraje de arhivo (algunas veces realizado con una imaginación encomiable, como la persecución de una Kamacuras a Ichiro por la jungla de la isla) terminan por destrozar al film, que cae en una ñoñería casi insoportable. Es algo muy triste, pero debo decir que “La isla de los monstruos” es la peor película de toda la saga de Godzilla, y tan sólo su espíritu optimista y aventurero, combinado con la divertida relación entre Ichiro y Minilla hacen que aguantes la película hasta el final.
LO MEJOR
Ichiro y un Minilla mucho más pequeño (y más cabezón) que de costumbre. El hijo de Godzilla habla con el chavalote, y puede cambiar de tamaño a voluntad para enfrentarse con el monstruo sin rabo Gabara. Otro detalle agradable es ese ambiente jovial y desenfadado que impregna a la película, sobretodo por esa idea clásica de "niño normal con problemas en su vida diaria escapa de la realidad a través de sus sueños llenos de héroes y aventuras". La utilización de exteriores "setentones" sucios y nublados, llenos de fábricas y trenes establecen muy bien la temporalidad de la película, atrapada en los años 70. He de reconocer que me siento muy atraído por esa ambientación que yo mismo viví en mi infancia a principios de los 80, y me recuerdan a los viejos ambientes en los que yo vivía. Por eso siempre me ha gustado la imaginería visual de esa época, y es una de mis debilidades, así que es un punto a favor (personal) de “La isla de los monstruos”. Las secuencias oníricas en “la Isla de los Monstruos” (las que no son metraje de archivo) están llevadas a cabo con una cierta destreza, teniendo en cuenta el tiempo y el presupuesto disponibles. Los efectos visuales son eficaces y el imaginativo aspecto de Gabara agranda todavía más esa sensación de fantasía infantil que no me desagrada en absoluto. Me encantan esas escenas tan cotidianas como el encuentro entre Ichiro y su padre mientras el niño vuelve del colegio, la llamada telefónica de su madre desde el trabajo o la llegada a la casa solitaria después de terminar las clases. Mi secuencia preferida es precisamente esa última, cuando Ichiro regresa a su hogar silencioso (en el que no hay nadie porque todos están trabajando), lee una nota que le ha dejado su madre y se prepara algo de comer mientras mira la televisión. Al ver que no le gusta nada de lo que están haciendo, se va a su habitación a jugar con sus juguetes. Es tan real como la vida misma, y me siento totalmente identificado con el chaval (yo he vivido esa misma escena centenares de veces en mi niñez). Ojalá todas las secuencias del film fueran tan perfectas...
LO PEOR
El ambiente infantil que tanto me gusta se vuelve insoportable en la última parte de la película (sin duda la más aburrida), cuando los ladrones secuestran a Ichiro y éste termina venciendo a los malvados. El desarrollo es totalmente inverosímil y pinta a los dos ladrones como dos imbéciles de mucho cuidado. Además, los dos malos parecen más obsesionados en "cepillarse" al niño que en los 40 MILLONES de Yens que les esperan en el coche del inventor (y que tanto les ha costado robar). Pasando a los aspectos más técnicos, el metraje de archivo está bastante más dosificado de lo que me habían hecho creer algunas devastadoras críticas que había leído (al contrario de lo que sucede en Viras ataca la Tierra, en la que todas las secuencias repetidas están compiladas en un "pack" de ¡diez minutos! que consigue matar de aburrimiento al más pintado). Lo que pasa es que siempre he detestado el uso de escenas repetidas, y “La isla de los monstruos” no es una excepción: las ridículas batallas con el crustáceo Ebirah o el combate con el ¿cóndor? gigante no son las más indicadas para repetir, y creo que habría sido mejor utilizar algunas secuencias más excitantes como la batalla final de Invasión extraterrestre o el breve encuentro entre Godzilla y Mothra de “Los monstruos del mar”. Pero creo que los mayores defectos de esta película son la "canción" de los títulos de crédito y la resolución de la enemistad entre Ichiro y Gabara. Me explico. La "canción" a la que me refiero es esa sucesión de berreos histéricos con voz de rana Gustavo que "agracian" los títulos de crédito del comienzo del film y una breve (e innecesaria) secuencia al principio. Si el tema de Jet Jaguar de “Gorgo y Supermán se citan en Tokio” es repugnante, esta "canción" es posiblemente el peor tema "musical" que jamás he oído para una película. De veras, no estoy exagerando en lo más mínimo. El otro asunto al que me refería es el final del film: toda la aventura y las lecciones que vive el joven Ichiro sólo le sirven para entrar a formar parte de una banda de delincuentes juveniles y para fomentar el uso de la violencia en los niños. Si tienes algún problema con alguien, rómpele los dientes a patadas y todo resuelto. Qué fácil, ¿no? Pues venga, a practicar ese gancho de izquierda que te será muy útil para reventar el estómago de tus enemigos. Si seguimos el consejo de la película, la violencia termina resolviéndolo todo. Así es como vivimos hoy en día y mirad lo "feliz" que es la gente...
Autor: Rubén Ortiz
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