Mostrando entradas con la etiqueta Vitezslav Nezval. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Vitezslav Nezval. Mostrar todas las entradas

domingo, 22 de mayo de 2011

Valerie A Tyden Divu ("Valerie And Her Week Of Wonders") (1970) (V.O.S.E.)





sinopsis
Valerie es una niña de 13 años que acaba de entrar en la adolescencia (al principio de la película sabemos que la noche anterior ha tenido su primera menstruación). Vive con su abuela (su madre, a la que no recuerda, fue repudiada al quedar embarazada de un sacerdote y murió poco después de su nacimiento. Al menos eso es lo que siempre le han contado), es morena, dulce, ama a los animales, le gustan las flores y tiene una desbordante imaginación.
Todo transcurre en unos pocos días de un verano bohemio (o moravo) especialmente dorado y hermoso, a finales del siglo XIX. En el pueblo se celebra una boda, unos sacerdotes llegan a la localidad para dirigir una especie de ejercicios espirituales, una compañía de cómicos y trovadores se deja caer por la zona, los hurones atacan de vez en cuando los gallineros y palomares.
Y los vampiros acechan por la noche a las novias recién casadas y a las niñas que empiezan a ser mujeres…




Ficha Técnica

Director: Jaromil Jires / Productora: Filmove Studio Barramdov / Guión: Jaromil Jires, Ester Krumbachova y Jiri Musil (basado en una novela de Vitezslav Nezval) / Fotografía: Jan Curik / Música(preciosa, por cierto): Lubos Fiser y Jan Klusak / Montaje: Josef Valusiak / Intérpretes:Jaroslava Schallerova, Elena Anyzova, Petr Kopriva, Jiri Prymek, Jan Klusak, Libuse Komankova, Karel Engel, Alena Stojakova, Otto Hradecky, Martin Wielgus, Jirina Machalicka, Michaela Klocova. / Nacionalidad y año: República Checa (Ex Checoslovaquia) 1970/ Duración y datos técnicos: 71 minutos. DVDRip. Idioma original Checo con subtítulos en castellano en archivo aparte.



Comentario
Pues aquí va una película que a mí me gusta mucho pero que, durante un tiempo, tuve ciertos reparos en postear.
Me he terminado de decidir al ver que se ha estrenado en los cines una cosa llamada Caperucita Roja y que pretende ser una peli de miedo que disecciona científica y espiritualmente el cuento-de-toda-la-vida para que nosotros, pobres mortales ignorantes, nos demos cuenta de dónde coño viene y la carga de perversión, terror y desazón que contiene…
Mandagüevos (que dijo el poeta). Estos impresentables que se dirigen a adolescentes abducidos por el éxito de pseudos-sagas ridículas como Crepúsculo et alia deben creer que somos todos idiotas y que no nos acordamos de nada…. Deben de pensar que porque ellos han descubierto el Mediterráneo los demás tenemos que rendirles pleitesía y reconocer su mérito.
Cagüentodolomalo.
Me molesta esto. Me molesta este eterno redescubrimiento de la pólvora (cada mañana, oigan ustedes) y, sobre todo, el descenso de nivel que conlleva (cada mañana también… Ese Mediterráneo y esa pólvora recién descubiertos son cada vez peores, cada vez más pequeños, cada vez más inútiles, cada vez más impostados e inservibles).
¿Pretenden descubrir, a estas alturas, la perversión y el horror que se esconden en los cuentos de hadas? Amos, anda… Que todo está escrito ya y (como se dice en mi pueblo) no se puede engañar a los abuelos con pistolas de agua…
Porque de eso se trata, maeses. De eso va esta película. Del horror extraño que se esconde bajo la superficie de los cuentos de hadas. No es la única que lo ha destapado, hay más… Ahora mismo me acuerdo de En Compañía De Lobos (Neil Jordan, 1984. Por cierto, para mi discutible e indigente criterio, la versión definitiva sobre el tema de las caperuzas rojas, las niñas inocentes y los lobos acechando en la espesura del bosque). O de La Noche Del Cazador (Charles Laughton, 1955. Pero ésta desde otro punto de vista. Diferente).
Valerie A Tyden Divu es parte de eso. Una especie de vivisección psicodélica y amable (dentro de lo que cabe) del horror que late bajo la superficie de un cuento de hadas. La pobre niña inocente, el malvado depredador, la abuela, el mozo esforzado y rescatador… No falta de nada. Pero hay más cosas aún.
Imagínenlo vuesas mercedes: Checoslovaquia (un país que, por cierto, ya no existe) en 1970. Checoslovaquia era un país raro.
Caía al otro lado de aquel Telón de Acero que dividió Europa entre 1945 y 1990, pero era una cosa rara. Desde su nacimiento, tras la implosión del Imperio austro-húngaro, era una nación con vocación occidental. Un país industrializado, culto, de clase media; más parecido a Austria que a Bulgaria (a pesar de su carácter eslavo). La Centroeuropa por antonomasia. ¿Habéis leído a Karel Capek (el inventor de la palabra “Robot” por cierto)? Y no hablo de Kafka o de Kubin porque, aunque checos, eran de expresión alemana. Ésa es otra historia. No vale.
Bueh… Pues situémonos. Tras la II Guerra Mundial Checoslovaquia era un país situado al otro lado del telón de acero, con un régimen comunista y todo lo que eso conllevaba. Pero era diferente a sus vecinos y socios. Mucho.
Y eso empieza a notarse, sobre todo, en los años 60. Cuando en las calles de Praga o Bratislava (más de la primera que de la segunda) los jóvenes comienzan a dejarse el pelo largo y a montar bandas de rocanrol como sus primos hacían en Occidente.
Lo de Dubcek y su primavera es lo de menos… Porque la cosa venía de lejos. Era sólo una manifestación más de la evidente diferencia.
Sólo hay que ver las pelis que se hicieron allí entre 1964 y 1968 (Los Amores De Una Rubia, Margaritas, Trenes Rigurosamente Vigilados, ¿Quién Quiere Matar A Jessica?). La estética pop “occidental” estaba tan presente en Checoslovaquia como en la España franquista (por citar un país –el mío- con un régimen en aquel entonces también autoritario pero en las antípodas ideológicas). Era el Pop, joder, el Pop (el mismo que reinaba en Londres, en París, en Roma, en Nueva York, en Tokio, en Madrid, en Ámsterdam, en Buenos Aires o en Los Angeles, coñe… El mismo).
El caso es que todo acabó como el rosario de la aurora y los tanques de Breznev ocuparon Praga (y el resto del país) en agosto de 1968. Y la primavera se fue al carajo.
Pero (cuenta la leyenda) en el aspecto cinematográfico la cosa siguió funcionando durante un tiempo, como una especie de inercia extraña y curiosa. Y Valerie A Tyden Divu es una de las pruebas.
Yo no lo tengo tan claro. Es cierto que la película es el producto de una cinematografía y una sociedad perfectamente maduras y asimilables a los estándares occidentales-civilizados (ejem). Pero, al mismo tiempo, no estoy seguro de que si dos años antes (en 1968) los tanques soviéticos no se hubiesen llevado por delante los 60’s checoslovacos la película no hubiese sido diferente. Todo ese rollo anticlerical y tal y tal queda muy bien en una película hecha en cualquier país occidental, pero allí era una especie de peaje, mes amis… No sé si me explico (cuando la veáis entenderéis a lo que me refiero). Dicho en cristiano: no encuentro en la peli ningún punto crítico con el socialismo real y con el statu quo posterior a la invasión, la verdad. Todo muy bonito, muy poético pero, en el fondo, muy asumible por las autoridades. Todo esto lo digo porque, insisto, me he cansado de leer que la primavera checoslovaca sobrevivió, de alguna manera, en el cine hasta principios de los 70’s. Y que esta peli forma parte de ese rollo. Si esto es así, yo no he encontrado pruebas. Y menos aquí. Desde el punto de vista político e ideológico, digo…
Porque desde el estético, siempre fue como si los tanques nunca hubiesen entrado en Praga.
Son cosas diferentes.
Bueh… Pero dejémonos de disgresiones histórico-políticas y volvamos a la peli.
He hablado antes de los reparos que tuve para postearla. Y quiero aclarar la cosa. Valerie A Tyden Divu no es exactamente una película de terror (aunque también). En realidad juega a otro juego.
Es una cinta poética, onírica, llena de símbolos y de segundas lecturas. Es un cuento de hadas para adultos que maneja muchas cosas al mismo tiempo. Una alegoría del fin de la infancia, de los veranos dorados, del descubrimiento del amor, del miedo a la oscuridad y a lo desconocido en clave de poema surrealista. La acción no es lineal (o no lo es del todo). Los hechos se suceden de forma aparentemente caótica, los personajes parecen contradecirse de una escena a otra… Cada poco tiempo, todo vuelve a empezar (sin que los acontecimientos anteriores parezcan haber tenido consecuencias, sin que los protagonistas establezcan ninguna relación causa-efecto entre ellos).
Como un sueño, sí. Como una sucesión de sueños que a veces son gozosos y a veces adoptan la forma de una pesadilla.
El argumento, una mezcla entre Caperucita Roja y Alicia En El País De Las Maravillas, maneja todos los elementos del cuento de hadas, situándolos en un indefinido siglo XIX checo, en un pequeño pueblo de Bohemia (o Moravia, vaya usted a saber) y contándonos, a base de alegorías e imágenes simbólicas, el paso de la infancia a la adolescencia de una niña de trece años que acaba de tener su primera menstruación.
Hay humor, poesía, hedonismo y celebración del goce de vivir. Hay, también, una sensualidad explícita, evidente (no menos lírica y hermosa), descaradamente erótica que a veces tiene su contrafigura inquietante.
Y hay terror.
El autor juega con elementos característicos de la cultura centroeuropea (quizás sólo checa… Quizás algo más amplio). Ese siglo XIX idealizado que parece compuesto por una sucesión de postales coloreadas del imperio austro-húngaro, con un toque de decadente languidez. El verano dorado y amable. Las costumbres populares, las tradiciones y supersticiones. La propia Valerie, con su instintivo rechazo a la iglesia y al rito católico, parece tener resabios paganos (el viejo paganismo eslavo) al rezar a las figuras de madera que sirven de panal a las abejas.
El propio vampiro, cuya imagen se inspira sobre todo en el Nosferatu de Murnau (la vieja tradición centroeuropea otra vez) y que en ningún momento sabemos muy bien quién es en realidad (El verdadero padre de Valerie, el antiguo amante de la abuela, el predicador en la iglesia, el hurón voraz que adquiere forma humana…).
Y luego está la música. El leit motiv de la película es una curiosa mezcla de clasicismo y folclore que a mí (que estoy medio enfermo… no puedo evitarlo) me recuerda, en cierto modo, al psych-folk británico de aquella época. Escuchadlo y ya me diréis.
Al final, a película concluye como una especie de musical extraño, inquietante, como si David Hamilton (aquel fotógrafo obsesionado con las adolescentes de aspecto prepúber al que le dio por torturarnos con su cine esteticista y huero a finales de los 70’s) hubiese intentado rodar un viejo libreto de Gilbert y O’Sullivan. Es una cosa sorprendente y rara. Difícil de explicar.
Antes he aludido al carácter psicodélico de la película. De eso se trata. Porque, a fe mía, la cinta es pura psicodelia sesentera. Pero no de la ácida, eléctrica y americana, sino de la británica, victoriana (en este caso sería mejor hablar, como hacía Berlanga, de “austrohúngara”, jejeje) y decimonónica. No la de Jefferson Airplane o los 13th Floor Elevators, no… Sino de la de Syd Barret, el primer Kevin Ayers o los Kaleidoscope británicos.
Sí, eso es… Psicodelia Austrohúngara.
Me gusta cómo suena.
Nada más, mes amis. Perdonadme el tocho y la dispersión. No puedo evitarlo.
Disfrutad la peli como lo he hecho yo. Y no os olvidéis de que, a pesar de todo, es (pero no sólo) una cinta de miedo.





Links descarga

DE MOMENTO NO HAY LINKS.